Manejo informativo de la muerte del presbítero Jorge Piñango

Vaya primero una opinión, a manera de introducción:

SE SUPONE, que un cura, de la jerarquía que sea, debe ser casto; es decir, no puede tener sexo con nadie, y si quiere, pues tendría que colgar el hábito y aquí no ha pasado nada: se dejó de pendejadas, le gustó una mujer y dijo mirando al cielo: "Dios, hasta hoy te sirvo como cura, esta muchacha esta rebuena, y me la quiero c... Espero que me entiendas". Si al mismo cura le gustan los machos, el procedimiento es el mismo, pero hay una contradicción: la palabra de Dios (y por lo tanto, digo yo, la de la iglesia) está en contra de la homosexualidad, y el que un cura sea gay, es una doble falta. En unos cuántos blogs he leido a "gente" defendiendo la homosexualidad de los curas; hasta dónde ha llegado este mundo. En otros (blogs) insinúan que el gobierno mandó a Andrés José Rodriguez Rojas a cojerse y a matar al curita. El parte oficial dice que en la habitación donde fue cometido el horrendo crimen fue hallado un estimulante sexual; pero en otro blog se dice que lo que se encontró fue un somnífero (como queriendo defender a Piñango). Ah, y lo mejor: también se dice que fue culpa de el señor Presidente el que haya sido asesinado el padre, dado que permitió (el Presidente) que el asesino entrara POR LAS BUENAS en el hotelucho ese con el padre, y no estuvo ahí presente para evitar su muerte; alabado sea el señor.

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Tanto el Fiscal General de la República, como los medios de comunicación que supuestamente colaboran con la Revolución han tratado el tema de una forma que a mí, como revolucionario, me llena de vergüenza: en la primera alocución del fiscal, informa a la nación del lamentable hecho; pero da detalles que, si bien no eran falsos, eran totalmente innecesarios para ese momento, resultando al mismo tiempo hirientes de la dignidad de una persona que acaba de fallecer. Los medios de comunicación afectos al gobierno se han dedicado ha difundir la noticia de forma que la colectividad se forme una mala imagen del alto episcopado, cuando no todos los curas merecen ser metidos en un mismo saco; y no han obviado los detallitos del ano lesionado y el estimulante sexual. Amarillismo, dicen por ahí que se llama. Y, según mi escaza filosofía, uno no debe ser tan bajo, desvergonzado e imbécil como el adversario, sino tratar de ser cada día mejor.

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Ah, carajo; pero los medios escuálidos no se han quedado atras...

La forma en que han trabajado el caso consiste en usarlo como otra excusa para atacar la política de seguridad del gobierno; esconden los detalles que los medios gobierneros destacan, y desaprueban, con toda razón (aunque sin moral, pues son los campeones de la mentira y de la irresponsabilidad) el amarillismo con que se le informa al pueblo, en relación con este caso.

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El CICPC atrapó en tiempo récord al presunto asesino; los medios escuálidos no lo reconocen o no le dan la debida importancia. Por eso les tenemos arrechera.

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Mi reflexión final: yo jamás me he creido el cuento de que los sacerdotes son los representantes del reino de Dios en la tierra pues son seres de carne y hueso igual que todos; los hombres de buena voluntad sí lo son. La iglesia (y esto lo aprendí en catecismo) no es esa estructura de estilo grecoromano (o una vaina así, más o menos) donde se va a rezar y a pedirle -pocas veces a agradecerle- a Dios; la iglesia es el pueblo. Los revolucionarios no debemos cometer las mismas faltas que nuestros enemigos y oponentes (son dos cosas diferentes), pues entonces somos la misma mierda, y condenaríamos a nuestra amada Venezuela a permanecer en la deplorable situación de la que, se supone, queremos sacarla.